A través de las siguientes líneas compartiremos las principales ideas-fuerza que presentamos y que como podréis comprobar, siguen siendo válidas para una gran parte de los materiales de construcción.
Hace unos días fuimos invitados por la Asociación de Fabricantes de Prefabricados de Hormigón-ANDECE (a quien aprovechamos para agradecer la oportunidad brindada). El motivo de la misma fue realizar una ponencia coincidiendo con la celebración de su Asamblea General.
Dejando claro que no pretendemos jugar a adivinos, creemos que hay dos “vectores” que van a marcar el futuro de la industria. Por un lado la eficiencia energética, por otro, el exceso de capacidad productiva estructural tras la drástica caída de la demanda.
La primera cuestión tiene que ver, al menos desde nuestro punto de vista, con un asunto geopolítico. Europa ni quiere, ni puede, depender energéticamente de materias primas provenientes de zonas políticamente inestables. Por otro lado, las moratorias nucleares se suceden entre los países desarrollados, las renovables no acaban de llegar a unos costes aceptables de generación (al menos a la velocidad deseada) y la generalización del fracking encuentra resistencias sociales.
Esta compleja situación y no nuestra supuesta “mayor conciencia ecológica” frente a Estados Unidos o China por ejemplo, será lo que haga que las autoridades impongan mayores restricciones a la demanda energética de los edificios (y muy especialmente en el parque existente).
A esto hay que añadir que a pesar de la reducción del número de fabricantes en esta industria, sigue existiendo (y existirá) un exceso estructural de capacidad productiva. Con unos volúmenes que probablemente jamás volverán a ser los que fueron, el peso relativo de los costes variables de las empresas toma un papel primordial.
Los gastos de estructura hoy en día están en sus niveles mínimos (después de haber pasado la tijera en innumerables ocasiones a lo largo de los últimos años) y la única vía para crecer pasa por ser mucho más productivos en nuestros costes operacionales (costes variables).
¿Con qué objetivo? El de captar volúmenes a unos precios cada vez más agresivos (dada la estrechez del mercado) pero que aun así, nos aporten un margen de contribución positivo permitiéndonos diluir esa estructura entre un mayor volumen de actividad.
Ambas cuestiones tendrán consecuencias para la industria, a saber. Habrá una mayor especialización de los diferentes proveedores de materiales. Las soluciones serán cada vez más a la carta, pues cada proyecto será un mundo a la hora de llegar a los Kw/m2 demandados.
Además los edificios serán más eficientes, más interactivos con el entorno, más reciclables y con una mayor generación de energía in situ (esquivaré al menos en este artículo la controvertida regulación del autoconsumo…)
Pues bien, para encarar estos dos retos creemos que existe una vía de solución, su nombre: la tecnología.
Quiero incidir en que la misma va mucho más allá de los entornos de I+D+i y la producción, área donde históricamente han ido a parar estas inversiones. Dadas las dimensiones de la mejora de productividad necesaria la aplicación de la tecnología debe abordarse en todos los procesos de la empresa. Desde la concepción de los productos, la generación de contactos e imagen de marca, los procesos de venta y asignación de precios, las operaciones de producción-logística y la postventa.
Como ejemplos de esta adopción integral de la tecnología podríamos hablar de la incorporación de los mediáticos sistemas de construcción modelizada (BIM) en nuestras operaciones comerciales. También de la utilización del big-data como elemento diferenciador en la toma de decisiones, por ejemplo con la integración de sensores autónomos que midan variables como la humedad, peso, deformaciones o campos magnéticos en zonas remotas.
Deberíamos igualmente hacer un barrido por el ágil mundo de las aplicaciones (algunas incluso gratuitas) para encontrar por ejemplo, reglas de nivel digitales, fotos que se transforman en planos o catálogos virtuales que integran la visualización de nuestros productos en imágenes capturadas por el usuario.
En definitiva a más tecnología, más productividad, más competitividad en precios y mayores volúmenes. Parece un círculo virtuoso ¿no? Lo importante como casi siempre defendemos desde apliqa pasa por salir de nuestra zona de confort y vencer la resistencia al cambio.