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12 enero, 2018

¿Qué materiales serán los “ganadores” y “perdedores” con el nuevo CTE?

Durante las últimas semanas del recién finalizado 2017 participé en algunos eventos donde el Ministerio de Fomento esbozó las principales novedades del nuevo Código Técnico de la Edificación (CTE). Como en todo cambio normativo, hay industrias que han salido claramente beneficiadas y otras no tanto…

En las próximas líneas trataré de hacer una reflexión al respecto. El lector ha de saber que lo presentado, en todo caso, fue un adelanto de la norma y por tanto podría tener alguna modificación (no sustancial) en las próximas semanas en tanto transcurre la vista pública de la misma.

Primeramente es importante señalar el entorno político en el que se circunscribe el nuevo CTE y que fue descrito por el Director General de Arquitectura y Vivienda Antonio Aguilar. Según señaló, desde el Ministerio se quieren promover ciudades seguras, inclusivas, sostenibles y resilientes. En los dos últimos aspectos se reconoció por su parte la más que evidente capacidad de mejora.

También se hizo hincapié en el desarrollo de ciudades con menos coches, una menor ocupación de suelo y una disminución del consumo de energía en los edificios.

Así mismo, el Director General abogó por el paulatino abandono de las energías fósiles, la reducción de la energía demandada (por ejemplo a través de proyectos de rehabilitación energética eficiente) y el uso óptimo de las renovables. Las nuevas directrices vienen impuestas desde Europa si bien reconoció estar firmemente convencido sobre los objetivos de las mismas.

Pasando a los aspectos más concretos del nuevo código (y sin entrar demasiado en tecnicismos) señalar que si en algo se diferencia frente a su anterior versión es que se trata de un código mucho más prestacional, como hizo ver el Subdirector General Francisco Javier Martín y Luis Vega. No se busca que una parte aislada el edificio cumpla con un valor si no que el todo ofrezca unas prestaciones adecuadas. En definitiva no imponer soluciones previas y dar más libertad a los técnicos de los proyectos.

La primera cuestión, es el ámbito de aplicación del nuevo CTE. Y aquí se hizo mención a que sería de obligado cumplimiento tanto en nueva edificación como en rehabilitación (aunque en este último caso no se concretó la superficie a partir de la cual se exigiría su uso).

La aplicación del código se iniciará por los edificios públicos para pasar posteriormente  a los edificios de titularidad privada, siendo el primer trimestre de 2018 la fecha más que probable de aprobación del mismo.

Lógicamente será de obligado cumplimiento tanto en residencial como en terciario, si bien como veremos más adelante, una de las grandes “curiosidades” de la nueva norma es el diferente rasero con el que ha definido algunos de los objetivos a cumplir entre estos dos tipos de edificios.

Desde el inicio del proyecto, el nuevo CTE va a definir el “perímetro” o la serie de prerrequisitos que el edificio ha de cumplir. Utilizando las palabras de los portavoces del Ministerio, “las condiciones previas” y que se englobarán en el apartado H1.

Se trata de cuestiones como el coeficiente de transmitancia térmica de la envolvente del edificio, el control solar y la permeabilidad al aire. En definitiva, medidas enfocadas a reducir la demanda energética los edificios.

Optimizada la energía demandada (y solo entonces) es cuando tiene sentido centrarse en las instalaciones térmicas y de los sistemas de iluminación eficiente. Estos requisitos quedarán englobados en el apartado H2, donde habrá una exigencia de contribución mínima de energías renovables para ACS, pero sin obligar a que sea solar térmica, lo cual tiene todo el sentido del mundo. Dejemos a los autores del proyecto (arquitectos e ingenierías) que decidan cuál es la fuente renovable óptima para cada proyecto.

Por último, y probablemente lo más importante a efectos de la industria de materiales, se perfilaron algunos de los indicadores clave de este nuevo código.

  • Consumo de energía primaria total:

El consumo de energía total para residencial se establece entre 46 y 86 Kwh/m2 y año (en función de la zona climática) y para el terciario entre 155-255 Kwh/m2 y año ¡unas 4 veces menos exigentes que en EU! Sinceramente esta disparidad de criterios llama poderosamente la atención.

 

  • Consumo de energía primaria no renovable:

La nueva edificación residencial tendrá que dar valores para este indicador entre 25 y 43 Kwh/m2 y año. Esto supone aproximadamente ser un 50% más exigente en este aspecto que con la antigua norma. Para el terciario la exigencia desciende hasta el rango de 105 y 155 Kwh/m2 y año.

El resultado práctico de estos valores es que en la práctica supone una cierta obligatoriedad de uso de fuentes renovables y que aproximadamente un 50% del consumo de ACS haya de venir de aquellas.

Cabe señalar, según las propias palabras de los portavoces del Ministerio, que los coeficientes de transmitancia  térmica de la envolvente de los edificios (H1) serán más exigentes que los que serían necesarios para alcanzar las cifras de consumo de energía…

Tras todo lo expuesto anteriormente ¿qué materiales salen claramente perjudicados con la nueva norma? Diría que fundamentalmente hay dos industrias que van a tener que repensar sus estrategias (de obra nueva al menos).

Por un lado está la industria solar (sobre todo térmica). La eliminación de la obligatoriedad de su uso y dejar esa decisión en manos de los técnicos de cada proyecto hará reducir su demanda de manera sustancial.

La otra industria afectada son los fabricantes de sistemas de calefacción y agua caliente sanitaria (ACS) basados en gas o gasóleo. Con la exigencia de que aproximadamente la mitad de las necesidades de ACS vengan cubiertas con fuentes de energía renovable, aquellas se enfrentan a una difícil situación. Esta industria seguirá teniendo una elevada fuente de negocio en la renovación del parque existente, pero en obra nueva perderán claramente cuota de mercado frente a otras tecnologías.

¿Y qué hay de los ganadores? Los materiales aislantes para fachadas, productos de control solar y los vidrios de altas prestaciones serán sin duda más demandados en el futuro próximo. La exigencia de reducir la energía demandada de los edificios y aminorar la transmitancia térmica de la envolvente les sitúa en una posición inmejorable en la parrilla de salida.

Por otro lado los sistemas de calefacción y ACS basados en combustibles no fósiles como aerotermia, geotermia, etc… serán el otro gran vencedor de este partido “normativo”. Por las razones descritas anteriormente van a ir ganado cuota a los sistemas basados en derivados del petróleo a marchas forzadas.

Como dice el refrán, nunca llueve a gusto de todos, pero es que la gestión de nuestras empresas es justamente eso, adaptar las velas en nuestra nave en función del viento que sople (y este suele rolar a menudo…). Ahora toca ponerse a ello, y desde apliqa ya estamos ayudando a  decenas de fabricantes con servicios de consultoría especializados en materiales de construcción.

 
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